lunes, 28 de abril de 2008


El trabajo es increíblemente infinito

El trabajo es increíblemente infinito. Invento de una mente incorrecta, viciosa. Siempre que voy al baño de la oficina, espío a las mujeres que van a comprar comida tres pisos más abajo. Me quedo ahí mirando. Hoy Cúe me sorprendió. Me hice un poco para atrás, pero no supe que hacer; él caminó hacia atrás, buscándome. Fue inevitable no vernos. Me sentí mal, “atrapado” en uno de los pocos placeres de oficina. De hoy en adelante tengo que estar alerta, siempre vigilante. Le grité desde arriba: “estoy espiando” y el gritó tres pisos más abajo: “’¿a las niñas que van a comer? Que bueno”, eso dijo, pero estoy seguro que le dio miedo, que pensó que soy un enfermo, y para el caso lo soy.
Recordé cuando trabajaba en la biblioteca pedagógica. Una maestra que se llama Yolanda me dijo: No te apures tanto, al fin que el trabajo nunca se va a acabar. Lo dijo como una sentencia terrible: “el trabajo nunca se va a acabar”. Estuve un año en la biblioteca y catalogué y registré más de cinco mil libros. Cuando salí de ahí, un nuevo donativo de tres mil libros más esperaba por ser puesto al día. El trabajo es infinito.
La semana pasada comenzó a llover y con la lluvia llegó el trabajo descomunal y sin sentido. Apenas pude escribir algo, apenas pude llegar y discutir con Laiza y luego abrazarnos.
Siempre veo películas a la mitad, el sueño me destruye las ganas y los ojos. Entonces sólo vivo para el trabajo porque la novela va de mal en peor, Duval no quiere manifestarse, no aparece, se ha convertido en un manchón de letras negras. Almudena, pensé, comenzaría pintando un hombre que se come a sí mismo, una especie de antropofagia pintada con los ocres y negros de Goya, una insinuación. La lectura del Gran Vidrio de Bellatin me ha servido para establecer la relación de Carlos Madrid, Morgo, con su madre, aquella exposición de los testículos es una imagen sorprendente. Aún así llego a casa demasiado fastidiado del mundo y de mí, apesto a mí todo el tiempo, todo lo veo a través de “mis” ojos y de “mis” intereses.
La novela no madura y me preocupa un poco, sé que saldrá, se que reventará en un momento como va a reventar mi vida, mi paciencia. “Reventar” como parábola de la “explosión”, han explotado tantas cosas, que ahora no sé si temer o quedarme a la orilla del tranco.
Me ha comenzado a fastidiar este espacio reducido y este mecánico clonar de sonrisas, saludos y recato. Espero grabar pronto, soltar eso también, que salga y se pierda y ya no se pudra dentro de nosotros (como un diente podrido) Hay tantas nubes en el cielo de Mayo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ese Gòrgoro alivian-ese, y dale con la novelota que la fanaticada toda espera la master piece, juarjuar, abrazòn romperredes con el 9 de cardozo en la espalda!