viernes, 26 de septiembre de 2008

fin de entre encanto

Hay en la tarde cierto veneno que ciega. Las manos apenas se mueven sobre las teclas y el trabajo parece una serpiente que tuerce el mundo. Hay algunas mujeres que merecen ser vistas, como Gabriela; un informe del mundo completo, desde el techo del césped hasta el mueble amarillo del espacio.

No tengo muchas ganas de estar aquí, en la oficina compartida que parece una célula madre o una espora. Escucho a los Appalachian Terror Unit. Rafael los fue a ver a Querétaro el miércoles. Me sentí muy mal al no poder ir. Esa sensación de que mi mundo se reduce a mi trabajo. De cualquier manera fui con Gabriela a tomar cervezas. Hace mucho tiempo que no me sentía tan complacido, de buen humor. Fue algo completamente increíble. Ella es fabulosa (esa palabra ingenua). La miraba con la boca abierta, completamente, completamente alelado. Borroso. Quería estar con ella toda la vida.

(Gabriela como un azor atravesando el requiebro del humo…Gabriela avispada entre las flores parecida al absurdo del papel y el tósigo…)

No sé qué me pasa. Tengo que ensayar, quiero ensayar. Al menos ya estoy más tranquilo. Quiero fumarme un cigarro. Ahora me trata con una indiferencia abismal. Creo que la entiendo, la otra vez que salimos con otros amigos sentí su lejanía… creo que estoy enfermo…me siento como un acosador. Hablando de una mujer como si la conociera…espero que no lea esto ¿o lo publico para que lo lea?

Hay momentos en los que me desconozco.

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